Conclusión

Desde hace ya casi siete decenios, las economías de todo el mundo han ido abriendo sus mercados unas a otras, reconociendo que la interdependencia y la cooperación crean prosperidad compartida. Sin embargo, graves desafíos, como la crisis financiera de 2008-2009, la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania, amenazan ahora con socavar esta visión, poniendo de relieve diversos riesgos inherentes a un mundo globalizado. A raíz de ello, hay quienes han empezado a poner en tela de juicio los beneficios de la globalización. La consecuencia de esta forma de pensar es un mundo más fragmentado y menos integrado. Afortunadamente, todavía no ha sucedido. Aún hay tiempo de actuar, pero, como se muestra en el presente informe, el cambio de discurso en torno a la globalización ya se ha traducido en un aumento de las tensiones y en los primeros indicios de fragmentación geoeconómica en el comercio.